Por Alejandra Perinetti Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina
El juego tiene una importancia central en el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Favorece el crecimiento, las relaciones sociales y la comunicación. Permite a los niños asimilar y comprender el mundo que los rodea, incorporar nuevas habilidades, desarrollar sus propias ideas. En suma, ganar poco a poco la confianza que le permitirá lograr mayor autonomía.
Jugar permite vencer miedos, hacer catarsis y canalizar a través de la repetición y los cambios de roles. Jugar también es un puente entre fantasía y realidad.
Pero, ¿qué rol cumplen los juguetes en esta experiencia de jugar? En muchas ocasiones, para jugar los niños se sirven de juguetes, y en esa manipulación ejercen su dominio sobre ellos. Al mismo tiempo, los adultos se los otorgan como algo propio y permitido. Y, en ese acto, se transforman en instrumentos para el dominio de situaciones penosas, difíciles y traumáticas. Los juegos que más se disfrutan son aquellos que recurren a la inventiva del adulto y que trascienden de generación en generación
En definitiva, los juguetes y el juego permiten a los niños y niñas repetir a voluntad situaciones que les resultaron placenteras o dolorosas para así elaborarlas y comprenderlas mejor. Sin embargo, jugar con un niño no implica la compra de juguetes costosos ni en demasía. Muchas veces los juegos que más se disfrutan son aquellos que recurren a la inventiva del adulto y que trascienden de generación en generación. El respeto al derecho al juego no está dado por el juguete sino por la dedicación que pone el adulto en acompañar al niño al momento de jugar.
Este día del niño se nos presenta como una ocasión ideal para reflexionar sobre el lugar de los juegos y los juguetes no solo en la vida de los niños, sino también de los adultos y de todo el entorno familiar. Es una realidad que a la vez que se valora positivamente el juego, se minimiza la importancia de la falta de tiempo de juego y de tiempo compartido para jugar espontáneamente.
Regalar tiempo
Por eso, estamos convencidos que el mejor regalo que podemos hacerles es tiempo para jugar. Como adultos, es nuestra responsabilidad destinar tiempo y generar espacios para jugar con los niños. Promover la recreación y la creatividad. El juego es un derecho de cada uno de ellos, y como tal está resguardado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño (art.31).
Si bien pareciera que nadie pone en duda esta relevancia, es necesario repensar esta lógica. Para que los niños y niñas puedan jugar es imprescindible un marco que los contenga y sostenga. Es fundamental que los adultos habilitemos al juego.
No perdamos nunca de vista que la posibilidad de ser niños nos convierte en grandes adultos. Aprovechemos este día y regalemos tiempo para jugar juntos. Tiempo compartido y tiempo de calidad.